¿Tiene sentido estudiar la Revolución Rusa hoy, en pleno siglo XXI? Las instituciones del capital lo tienen claro: es anacrónico y así lo pregonan sus medios de comunicación, su industria editorial y su poder académico. Lógico porque la revolución amenaza sus privilegios. Pero la clase trabajadora, cuyas condiciones de vida se deterioran cada vez más, ¿debería renunicar a conocer la experiencia revolucionaria y sus enseñanzas?